Acaso lograron matarnos también la memoria… además de los sueños que ellos llaman utopías para que no los persigamos, además de la felicidad que la transformaron en una alegría hipócrita, además del amor que lo hicieron un producto más de consumo. Además, ¿además nos mataron la memoria? Como les dejamos hacerse tan fuertes que ya no recordamos las heridas del alma que hicieron agonizar al corazón. Como, les dimos permiso para que taparan nuestros oídos con falsos perdón que no nos permiten escuchar más los gritos de nuestros muertos que piden justicia desde debajo de la tierra o desde el fondo del mar, como les regalamos el privilegio de la impunidad, cuando esos mismos impidieron vivir “ocho letras de guerra, ocho letras de paz, ocho letras tan solo:
¡LIBERTAD¡”
Todavía cantamos
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos,
a pesar de los golpes
que asestó en nuestras vidas
el ingenio del odio
desterrando al olvido
a nuestros seres queridos.
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
que nos digan adónde
han escondido las flores
que aromaron las calles
persiguiendo un destino
¿Dónde, dónde se han ido?
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
que nos den la esperanza
de saber que es posible
que el jardín se ilumine
con las risas y el canto
de los que amamos tanto.
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
por un día distinto
sin apremios ni ayuno
sin temor y sin llanto,
porque vuelvan al nido
nuestros seres queridos.
Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos...
