martes, 9 de noviembre de 2010

Aquel día nuestras vidas se juntaron,
se enamoraron...
Sin que supierán controlarlas
comenzaron a caminar un camino
que querían,
que sueñan,
que esperanzan.
Sus caminos tienen el mismo punto de llegada.
Sus caminos tienen un paisaje diferente.
Una de esas vidas sintió,
vive su paisaje humilde,
disfrutable
y silencioso,
la otra maquilló el suyo enorme,
bullisioso,
imaginario.
La vida de uno comenzó a ser guíada,
ese uno impuso su dictadura
obligando a esa vida a crecer
para así ser vivida.
Ese otro deliberadamente,
cobardemente
la deja correr,
jugar en su tiempo libre y en el ocupado
por la delgada cuerda floja
de la locura y la cordura.
Sus caminos son ahora casi extraños,
solo unidos ahora
por abrazos a momentos
que hacen mantener la esperanza.
Los brazos de ese uno
duelen de sujetar a ese otro
que por momentos hace parecer
no sentir la necesidad del abrazo.
Sus caminos tienen el mismo punto de llegada:
ser feliz,
mejor,
más libre,
más constetatario.
Sus caminos tienen diferentes paisajes
que por amarlo,
seguirlo,
creerlo,
levanta entre ellos
al igual que la religión y los falsos patriotismos
murallas que quieren ser derrubadas...


Mileva 





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